jueves, 15 de octubre de 2009

Curiosidades: Los símbolos

Seré escueto.

El otro día ví un coche aparcado. En la parte de atras llevaba un muñeco de peluche con la forma del conejito de Playboy. En la parte delantera, colgando del espejo retrovisor, un rosario.

Supongo que Dios sólo le protegerá contra los choques frontales.

jueves, 8 de octubre de 2009

El as en la manga del viejo diablo




En el año 2005, Hollywood premió con el Oscar honorífico al director de 81 años Sidney Lumet. Está claro que con ello pretendía reconocer su extensa y aclamada trayectoria cinematográfica. Pero el premio parecía venir acompañado de un regalo envenenado en forma de certificado de defunción (al menos cinematográfico) algo prematuro. El director de películas como, Doce hombres sin piedad, Tarde de Perros ó Network, esquivó las campanadas que anunciaban su muerte y tan sólo dos años después, cual mago con chistera, apareció con su mejor película en las últimas décadas. Rodada en Alta definición (HD), a la vanguardia de las últimas tecnologías y con un guión al más puro estilo Quentin Tarantino o Guillermo Arriaga. De esos que cuentan la historia a través de saltos en el tiempo y de los distintos puntos de vista de cada personaje. Vamos, el súmmum de la modernidad en un hombre de 83 años.¡¡¡83 años!!!

   El bueno de Sidney nos presenta una película disfrazada de thriller policial, que en realidad encierra un melodrama sobre el lado oscuro del ser humano y las relaciones familiares, lleno de venganza, culpa y traición. Una amalgama de personajes odiosos, intentando buscar la salida rápida del pozo de problemas en el que andan metidos, sin darse cuenta que gracias al considerable número de decisiones erróneas tomadas, se están precipitando hacia el mismísimo infierno. Éste cúmulo de fatídicas elecciones, inexplicables para algún escéptico espectador, son fácilmente justificables a través de la mimada y cuidada explicación de los personajes.

   Es ésta, una de las señas de identidad del cine de Lumet. El gran trabajo previo que realiza con los actores. Un trabajo exhaustivo con los intérpretes antes de la filmación, para dejar bien definidos todos los aspectos característicos de cada personaje. El resultado suele ser magnífico, siempre que se cuente con un reparto de auténtico lujo, Y éste es el caso. Encabezado por el siempre espectacular Philip Seymour Hoffman (Capote, La Duda), dando vida a un repugnante hombre de negocios, atrapado por sus excesos y que ejerce una tremenda manipulación sobre su cobarde e inmaduro hermano, representado por el eternamente joven Ethan Hawke (Antes del amanecer, Training Day). El veterano Albert Finney (Big Fish, Erin Brockovich), interpreta al padre de ambos, y borda a las mil maravillas unas escenas de dolor que sobrecogen. Y aunque su papel es menor dentro de la película, cabe destacar a la hermosa Marisa Tomei (El luchador, Mi primo Vinny) que además de regalarnos un magnífico desnudo, cumple con creces a la hora de dar la réplica a un Hoffman que tiende a comerse en pantalla a sus compañeros.

“Antes que el diablo sepa que has muerto” es, sin duda, uno de esos dramas que según van pasando los minutos, te van hundiendo poco a poco en la butaca, mientras tu boca se queda entreabierta, estupefacta ante lo que ve, y en el que acabas con las manos en la cabeza, tirándote de los pelos y rezando a Dios para que en la próxima reencarnación evites pertenecer al género humano. Muchas Gracias señor Lumet.


ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO de Sidney Lumet (Estados Unidos, 2007)

La Chatarra de la Sociedad


Gafas de sol, gorra y trompeta en mano, Benito Lacunza, emprende el camino de vuelta hacia su Estella natal a causa de la inminente muerte de su padre. Benny Lacun (como se hace llamar en los tugurios y bares de mala muerte en los que toca), hubiera preferido quedarse en Madrid, tocando la trompeta o/y emborrachándose hasta altas horas de la madrugada, pero su novia le ha azuzado para que vaya al pueblo a controlar a su hermano y a su tía, “…no vayan a estar repartiéndose la herencia…”. Benito (Alberto San Juan), es un crápula canalla, un “viva la vida” gamberro pero entrañable. Un tipo normal, pero con poca implicación en las relaciones afectivas, no vayan a salpicarle. Su hermano Lalo (Julián Villagrán), es al contrario, un joven inocente e introvertido. Se pasa la vida metido en su taller, creando esculturas con chatarra y desperdicios (de ahí su apodo: “El Hierros”). Disfruta creando belleza con lo que los demás rechazan. Ahora está enamorado de Nines (Emma Suárez), una madre soltera, castigada por la vida, a la que Benito conoce muy bien de sus tiempos mozos. Para cuidar de su hermano, (y sobre todo de la herencia), Benito se quedará unos días más en Estella, y así conocer las intenciones de Nines.

Bajo las estrellas es la primera película del joven cineasta Félix Viscarret (Pamplona 1975). Uno de los directores de cortometrajes más reconocido en el panorama español (su primer trabajo recibió una mención especial del jurado en el Festival de Berlín de 1999). Precisamente, este renombre le sirvió para que Fernando Trueba, que estaba deseoso de trabajar con él, le encargara la adaptación a la gran pantalla de la novela de Fernando Aramburu “El trompetista del Utopía”. Un trabajo por el que recibió el Goya al mejor guión adaptado. Un Western rural sobre perdedores, personas que andan solas y a la deriva, que al final se encuentran y deciden confiar los unos en los otros. Un drama desgarrador, lleno de humor, siempre provisto de ternura.

En cuanto al plantel de actores, mención especial para Alberto San Juan, único a la hora de recrear personajes que bordan lo impresentable, pero que consiguen engatusarnos con su desparpajo. Por este papel, recibió el merecido Goya al Mejor Actor Principal. Emma Suárez (con la que San Juan ya trabajó en el drama carcelario Horas de Luz), dota a su personaje de una dulzura y vulnerabilidad que sólo ella es capaz de conseguir. Pero si hay algo que sorprende, sin olvidarnos del extraordinario papel de Julián Villagrán, es la actuación de la jovencísima Violeta Rodríguez (la “puerquita” como le bautiza Benny), cuyas escenas de complicidad con Alberto San Juan emocionan.

Y si de momentos estelares hablamos, no podemos olvidarnos del paseo bajo las estrellas, de un Benito desencajado por una brutal paliza, mientras suena la canción Stella by Starlight interpretada por Enrique Morente, metido en el papel de crooner aflamencado. Sencillamente sublime.

Además de la canción, la banda sonora de Mikel Salas también es fascinante. Melodías extrañas usando ukeleles, banjos y xilófonos, que remarcan, más si cabe, el estilo Western-chatarrero de la película. Instrumentos que a veces no suenan del todo bien. Chirriantes, estridentes…..como Benny Lacun.

BAJO LAS ESTRELLAS (2007, España)





El miedo a querer

Tres son los principales atractivos para sentarse en una butaca -preferiblemente de cine- y ver Elegy.

Primero: una atractiva historia. Una reflexión sobre el amor (entre amigos, en pareja o el paterno-filial), la madurez (o la falta de ésta), el compromiso, los celos y sobre la belleza y su poder cegador. La película, narrada a través del protagonista, relata la vida de David Kepesh (Ben Kingsley), un cincuentón profesor universitario, acostumbrado a seducir a sus alumnas y a esquivar todo aquello que parezca rezumar un rastro de estabilidad conyugal o de vida en pareja. Todo hasta que se cruza en su camino Consuela Castillo (Penélope Cruz), una bellísima alumna cubana a la que convierte en objeto de deseo. Ante ella, toda esa fuerza y mente fría, se desvanece. Convencido de que tarde o temprano algún hombre más joven se la arrebatará de las manos (como él mismo dice, porque en el pasado él hubiese sido ese hombre), se verá sumido en una espiral de celos y obsesión por ella. Gracias a la ayuda de su inseparable colega, e igual de mujeriego, George O´Hearn (Dennis Hopper), intentará separar las aventuras sexuales de su vida real.

Segundo: los interpretes. Un elenco de actores de un nivel superior si atendemos al número de premios y nominaciones que rellenan sus vitrinas. Para comenzar, la pareja protagonista, con el galardonado al Oscar, Ben Kingsley (Gandhi, La lista de Schindler, Casa de arena y niebla), y la cada vez (pese a quien pese) más protagonista en el estrellato internacional, Penélope Cruz (Vicky Cristina Barcelona, Volver, No te muevas). Y como secundarios de lujo Dennis Hopper (Terciopelo azul, Apocalypse Now, Easy Rider) y Patricia Clarkson (Buenas noches, y buena suerte, Vías cruzadas, Retratos de April). Todos, nos brindan momentos estelares, como las cínicas conversaciones entre Kigsley y Hopper sobre sus escarceos, las charlas en la cama -con cigarro incluido- entre la desinhibida Clarkson y el propio Kingsley, o las espectaculares escenas finales en el apartamento de Kepesh, con una Penélope brillante que encierra en sus ojos todo el sentimiento y la emoción contenida durante la película.

Tercero: la dirección. Otra hermosa película de Isabel Coixet, una de las mejores cineastas en el arte de tratar con sensibilidad y elegancia pasmosa, temas tan delicados como la enfermedad, la muerte o la soledad, como ya hizo en sus anteriores películas La vida secreta de las palabras, Mi vida sin mí, o Cosas que nunca te dije. En ésta, su primera incursión en una producción norteamericana (después de rechazar a la productora de Spielberg que pensó en ella para dirigir Memorias de una Geisha), la directora catalana, también por primera vez, se hace cargo sólo de la dirección ya que el guión corre a cuenta del cineasta Nicholas Meyer, adaptando la novela “El animal moribundo”, del polémico escritor norteamericano Philip Roth. Aunque sí introdujo algunos cambios, no sin antes convencer al propio escritor, como el final de la historia, (mucho menos almibarado que el que planteaba Hollywood) o la forma de tratar en imágenes, las cuantiosas y apasionadas escenas eróticas de la novela. Coixet lo logra mostrándolas de una forma sencilla, elegante e íntima.

ELEGY (2008, Estados Unidos)




París: la ciudad de los amantes… ¿de ella?

Empezaré tranquilizando a aquellos a los que solamente la lectura de las palabras “Comedia Romántica”, les provoque dolores de cabeza, exceso de sudoración o sarpullido cutáneo.
Si. Efectivamente se trata de una película “Romántica”, porque la protagonizan una pareja de enamorados visitando París: la ciudad del amor. Pero no les veremos cogidos de la mano en un paseo por los campos Elíseos, o besándose en un idílico crucero por el Sena. En la película, sobre todo, les veremos conversar, charlar y discutir. De cosas tan trascendentales como los celos, la confianza o el miedo al compromiso, o tan irrelevantes como la indiscreción de la familia de ella, la obsesión de él por fotografiar cada pequeño detalle (a pesar de ser ella fotógrafa profesional), o por las, para él, censurables conductas sexuales de los franceses.
Es en estos casos cuando la palabra “Comedia” toma el mayor protagonismo.

Julie Delpy, además de dirigir y protagonizar 2 días en París, es la encargada del guión, de la música y del montaje de la película. Muestras más que suficientes de la difícil financiación y escaso presupuesto con el que contaba, y que le obligo a incluir en el reparto a sus padres, los actores Albert Delpy y Marie Pillet (bendito acierto), e incluso a su propio gato.

Dos grandes influencias podríamos encontrar en esta película: las de los directores americanos Richard Linklater y Woody Allen.

Con el primero colaboró en las preciosas Antes del Amanecer y Antes del atardecer. Precisamente en esta última participó en la elaboración del guión, junto al propio Linklater y el coprotagonista de la película Ethan Hawke, trabajo por el que fueron nominados al Oscar al mejor guión adaptado. Un guión con similitudes a éste en la historia: una pareja, ella parisina y él americano, paseando por París; y en el que los diálogos, se convierten en protagonistas principales, esta vez desnudos del romanticismo de las películas de Linklater y teñidos de burla, y sarcasmo.

La influencia de Woody Allen, se denota en la definición de los personajes, neuróticos, inseguros, con un humor muy cínico, algunos grotescos (como los padres de ella), en definitiva exagerados y extravagantes, pero entrañables.

En cuanto al reparto, además de la “pluriempleada” Delpy, y sus padres, nos encontramos con tres importantes sorpresas. Primero la del coprotagonista Adam Goldberg, al que hemos visto siempre en papeles secundarios en películas como Salvar al Soldado Ryan, Una Mente Maravillosa o Deja Vu, y que borda el papel de neoyorkino hipocondríaco sarcástico (sin necesidad de llevar gafas de pasta negra y pelo rojizo).
También destacables la pequeña, pero hilarante, aparición de Daniel Brühl (Good Bye, Lenin!, Salvador (Puig Antich)), como activista vegetariano antiglobalización, y la presencia de Adan Jodorowsky hijo del cineasta y escritor Alejandro Jodorowsky, interpretando al nuevo icono de la escultura francesa.

Sin duda una de las comedias francesas más rentables de los últimos años. Tanto para los productores como para el espectador.

2 DÍAS EN PARÍS (2007, Francia)





“… ¿Y que vamos a hacer?... No lo sé”

Pavel necesita aclarar con Vera de una vez por todas, por qué una vez, durante el transcurso de una boda, cruzaron sus miradas. Él ya no puede más, y necesita contarle a ella todo lo que le pasa. Cuando Pavel le pregunta: “… ¿Y que vamos a hacer?..., Vera sólo sabe contestar con un ingenuo “…No lo se…”.

Euphoria, primera incursión en el mundo del cine del director de teatro ruso Iván Vyrypaev (Siberia, 1974), es una trágica –y a la vez hermosa- historia de amor y celos. Una historia de amor intenso, puro e inesperado, entre dos personas que nunca han sentido nada igual, y no saben como afrontar esta situación, para ellos desconocida. De una manera casi instintiva, se embarcan juntos en un camino en busca de respuestas a estos nuevos sentimientos

Los personajes de esta película están claramente marcados por la brutalidad del entorno. La inmensidad de la estepa, les convierte en figuras minúsculas. Todos actúan condicionados por el aislamiento al que se ven sometidos por la vastedad que les rodea.
Podemos comprobarlo en Pavel y Vera, los protagonistas de la historia, o en el bruto y celoso marido de ésta. Pero también en varios de los personajes secundarios de la película, pequeñas historias en las que el director nos sumerge, y que acentúan, más si cabe, la crudeza de la vida en esta zona del planeta.


Protagonizada por Polina Agureyeva (Vera), con varios premios dentro del cine Ruso, a pesar de su juventud; el debutante Maxim Ushakov (Pavel), que también es director de teatro y especialista en decorados de cine; y Mikhail Okunev, procedente del Teatro Ruso, Euphoria, sorprende por su juventud y entereza.

Los 70 minutos de esta breve, pero sobrecogedora historia, están impregnados de una belleza absoluta. Cabe destacar, una maravillosa fotografía, favorecida por unas espectaculares localizaciones en las estepas del Don. Un exquisito manejo de la luz, como las escenas rodadas durante la noche, o los claro-oscuros en la destartalada casa en la que Vera vive junto a su marido e hija. Una delicada suavidad en los frecuentes fundidos entre escenas aéreas del paisaje ruso. O el subrayado de la repetitiva e inquietante banda sonora obra del joven acordeonista Aydar Gainullin. Todo junto, nos dará la sensación de estar sentados ante una obra de arte, digna de ser expuesta en cualquier museo de renombre.

La película fue presentada a la 63ª Mostra de cine de Venecia, y fue galardonada con el Leoncino de Oro, y recibida con una multitud de aplauso por parte del público. Esperemos, aquí, no ser menos.

EUPHORIA (2006, Rusia)






Hasta las últimas consecuencias



El cineasta Greco-Francés Costa Gavras, es sin duda uno de los mayores representantes del cine político de la segunda mitad del siglo XX. La mayor parte de su filmografía consta de películas basadas en acontecimientos históricos reales, y con un alto compromiso político y social. Obras como Z (1969), sobre la situación corrupta del gobierno y el ejercito, que acabaron por desencadenar el golpe de estado en su Grecia natal; Missing (1982), mostrando la implicación de la C.I.A. en el golpe de estado de Pinochet; La caja de música (1989), tratando la integración de los nazis en la sociedad americana tras la guerra; o Amen (2002) denunciando el silencio de la Iglesia Católica frente al exterminio de los judíos, dan muestra de ello.

Esta vez, en Arcadia, deja atrás su cruzada contra gobernantes, militares y dictadores, para abordar la nueva crisis de la sociedad contemporánea: el desempleo y la lucha personal por mantener un estatus, llevada hasta las últimas consecuencias.

Una reestructuración de plantilla en la empresa papelera en la que trabaja el protagonista de esta historia, Bruno Davert, le deja sin empleo. La peculiaridad de esta película, es que aquí, el que se queda sin trabajo no es un obrero como en la mayor parte de las películas que abordan este tema, sino que se trata de un alto ejecutivo de la empresa. Precisamente esta condición, le hace tomarse la noticia con mucha tranquilidad (incluso podríamos decir que con alegría, debido a la alta indemnización recibida). Una persona cualificada, con experiencia laboral en el sector, no debe tener problema en encontrar un nuevo trabajo… ¿o quizás sí…?
La deslocalización de las empresas a países con mano de obra más barata, deja en la misma situación a varios directivos. Todos igual o mejor cualificados que él, lo que convierte cada entrevista de trabajo en una lucha encarnizada por un puesto de dirección, que le permita preservar el bienestar económico que le mantienen a él y a su familia. Tras tres años de entrevistas culminadas con el típico, “Gracias por venir,…ya te avisaremos… ”, a Bruno, se le empieza a caer el mundo encima, y decide poner fin a esta situación. Para ello, trama un plan que le permitirá acceder al cargo de sus sueños en la empresa Arcadia.
En un mundo en el que los valores económicos priman sobre el resto, la lucha por obtener el premio de pertenecer a las altas esferas de la sociedad del bienestar, le obligará a pasar por encima de todos sus contrincantes, sin importarle el modo.

Gran parte del éxito de éste thriller social, con pinceladas de humor negro, reside en la brillante interpretación del actor principal de la película, José García. El actor Franco-Español, conocido en el país vecino por sus papeles cómicos, cambia aquí su registro, para bordar un personaje agridulce, capaz tanto de hacernos sonreír (espero que reír a carcajadas) como de sacar a flote nuestros más miserables instintos.
Costa Gavras, comenta que le eligió para hacer el personaje por “tener la misma mirada de Jack Lemmon”.
Bonito halago.

ARCADIA (2005, Francia)





miércoles, 7 de octubre de 2009

El Regreso

(Aplausos)

Si, ya lo se. Estaba tardando mucho en escribir. Estaba esto muy abandonado.

Pues pienso retomarlo!!!!

(APLAUSOS) (OVACIÓN)

Para empezar voy a ir colgando las fichas de cine que voy haciendo para "con otros ojos". NO está mal, no???

(aplausos leves) (algún que otro silbido)

Vale, vale......Tranquilos, en breve buscaré alguna otra historia personal que contar. Mientras tanto, no duden en hacerme sugerencias. Tal vez alguna historia que alguna vez conté y quieran volver a escuchar,... Quizás una historia de la que ustedes sean protagonistas junto a mi, y esperen con ansia ese relato. Lo dicho. Sigan atentos.