miércoles, 6 de febrero de 2008

Triple Salto SemiMortal



Empezaré con una historia que auna dos de los cometidos principales de este blog; hablar de mis ídolos y de mi.
El de la foto es Jonathan Edwards uno de los mejores triplistas de todos los tiempos (no de tirar triples, sino de la especialidad atlética del triple salto de longitud).
Pues bien, corría el año 1997, y como otra tarde de Domingo me disponía a pasar la resaca del Sábado noche de la mejor forma posible: Sofá, Manta y Deporte por la tele, alguien ofrece algo mejor -NO un Domingo por la tarde-.
Siempre me ha gustado ver deporte por la tele, pero en esa época era capaz de tragarme todo lo que pusieran: un elgorriaga bidasoa- ademar león de balonmano, un TDK Manresa-CAI Zaragoza de baloncesto, o un Torino-Parma de fútbol, a mi me daba igual, yo disfrutaba.
Esa tarde lo que ponían era un campeonato de atletismo, un deporte que por la tele me maravilla, pero que practicarlo me parece aburridísimo (ya contaré alguna historia sobre el Cross Principe de España).
Pues ahí estaba yo en el Sofá viendo todas las pruebas, cuando comenzó el triple Salto. Por esa época yo acababa de dejar el Voleibol, pero me encontraba en buena forma, y todavía conservaba ese salto espectacular tras años de entrenamiento.
Cuando vi Saltar a este hombre me quede flipado por la facilidad con la que ganaba, a pesar de su aspecto longevo debido a su pelo canoso.
Quizás fue la resaca o la ambición juvenil lo que me hizo pensar un poco mas allá. Sí. Este hombre es invatible, pero parece que el triple salto necesita un cambio generacional, y ¿¿Porque no ser YO el próximo Jonathan Edwards??
Si si, Yo también me asuste por mi prepotencia, y quizás por eso me levante del Sofá. Para comprobar si estaba en lo cierto. Aproveche que tenía que ir al baño, y me dirigí hasta el umbral del arco donde comenzaba el pasillo hacia el aseo. Un pasillo, (para todos aquellos que no conocisteis mi casa de Fefasa) de unos diez metros, ideal para mi proeza.
Cogí aire, respiré hondo, valanceé mi cuerpo hacia delante y hacia atrás como cualquier profesional, y a punto estuve de pedir las palmas acompasadas del público.
Empecé mi carrera. Arrancada perfecta, ritmo adecuado, eso es, primer salto, impulso, bien vamos bien, segundo salto,bien, respiración .........POOOOOOOM
De repente, en décimas de segundo, pasé de no tocar el suelo a estar tumbado en él. No entendía nada, solo que me dolía la cabeza. En un gesto instintivo, me toqué la cabeza y me miré la mano. En la vida había visto tanta sangre, y menos brotando de mi cabeza. Ya empezaba a comprender. Mis cálculos habían fallado. Mi pasillo no estaba preparado para el triple salto, le faltaban unos cuantos metros, y yo con los nervios de la primera vez con la que se hace algo, estaba más atento de la posición de mis pies que de la del marco de la puerta, y me había estampado contra él con la fuerza incontrolable de un joven impetuoso.
Ahí, tendido en el suelo, sólo pude esbozar una palabra.....MAMA!!! (Otra vez el instinto) Mis padres, (que aunque también veían a Jonathan Edwards, sabían controlar la emoción), corrieron hacia el pasillo y cuando me vieron casi les da algo. Llamaron a mi hermano, (Que también pasaba la resaca en el otro salón) y cogieron el coche para llevarme al hospital. Mi padre conducía y me hermano detrás junto a mi. Cuando llegamos al hospital, mi padre fue directo a la zona de urgencias con el coche. Rápidamente salieron unos enfermeros con una silla de ruedas, (Supongo que oirían de lejos el chirrío de las ruedas del coche de mi padre al dar las curvas).
El Primero en salir del coche fue mi hermano. Quizás fue porque salió el primero, quizás por las gotas de sangre que le manchaban la camiseta al haber estado junto a mi, o Quizás fue el aspecto lamentable de un Domingo de Resaca, pero lo cierto es que los enfermeros corrieron a socorrer a mi hermano en vez de a mi, mientras él sólo lograba balbucear..."al otro,al otro..."
Por aquella época yo llevaba una melena que me llegaba a los hombros, y que en el hospital tuvieron que raparme para colocarme los 13 puntos de sutura para cerrar la brecha. Obviamente solo me raparon la zona de la brecha, y ahí estaba yo, con mi franja rapada y mis pelos largos al más puro estilo Santiago Segura.
Cuando volvía para casa recuerdo que en la radio dijeron que el Atleti había perdido contra el Betis y que no podían estar muy contentos por haber perdido 3 puntos. Que Ironía. Yo gané 13 y no conseguí alegrarme.
Por cierto. El cambio generacional en el mundo del triple salto se produjo, pero para mi desgracia, yo no me atreví a volver a intentarlo.
Jonathan Edwards mantiene el record del mundo. Yo, mi brecha.