Pues llevo varios días con el alma impura y necesito confesarme. Como ante un cura no me sentiría cómodo, he decidido contárselo a ustedes. Espero que me rediman.
Pues bien,..., no se como empezar,..., bueno, pues... resulta que el lunes pasado no podía dormir. Yo soy de esas personas que antes de apoyar la cabeza en la almohada ya están dormidas, y por ello me enerva, no saben cuanto, dar vueltas en la cama sin poder dormir.
Sobre la 1 de la madrugada puse la televisión un rato, para ver si con el sonido de las noticias (la imagen no la encuadro muy bien con las gafas quitadas) me quedaba dormido, pero nada.
Rondando las 3 encendí el portatil y desde la cama, arropado hasta la mandíbula y con el calorcito de la batería del ordenador sobre mi cuerpo, me jugue unas cuantas partidas al solitario, pero nada; bueno, nada, he conseguido aproximarme al 10% de victorias en el Solitario opción Las Vegas, que no es moco de pavo, pero no me ayudo a dormir, eso esta claro.
Cuando ya rondaban las 4 de la mañana, decidí pasar al ataque. Aquí viene el pecado. Señor perdóname. Encendí la luz, me levante de la cama y me aproxime a la estantería. Inspeccioné minuciosamente los libros hasta dar con el lomo que buscaba. Asentí compasivamente y , tras echar una mirada hacia arriba pidiendo la compasión del Altísimo, me dirigí a la cama. Ya sé que os he comentado que no soy creyente, pero de vez en cuando, cuando estoy a solas y nadie me ve, le hago pequeños guiños, no vaya a ser que de verdad exista un Dios y el día que muera pierda todos los privilegios. Que uno es ateo, pero no bobo.
Continúo. Me dirigí a la cama, me puse a leer y no pasó ni un minuto y ya estaba sobando.
Ya. Les comprendo. Ahora se estarán preguntando,...¿y que hay de malo en usar la lectura para quedarse dormido? Todo el mundo lo ha hecho alguna vez. Lo sé, lo sé, no sean impacientes.
Lo malo reside en que soy reincidente. En que no es la primera vez que hago esto. ¿El que? Pues miren. El libro era una Antología de Poesía de Miguel Hernández. Lo Siento. Pido perdón. No me gusta la poesía, y sólo la uso para quedarme dormido. Y no sólo lo he hecho con el poeta Alicantino. También he usado las Rimas y Leyendas de Becquer (con idéntico resultado) y próximamente espero experimentar con Lorca.
Que bien sienta confesarse, coño. Es que no se pueden ni imaginar lo mal que lo he pasado. Me imaginaba al pobre Miguel Hernández desde el cielo, comentando con sus colegas...:
"mirad,
mirad al sinvergüenza ese,
que usa mi trabajo
para que el letargo le llegue"
Muchas gracias por escucharme. Y mis más sinceras disculpas. Acataré la penitencia.
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